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Relatos Escatológicos: Morir en el Baño

Relatos Escatológicos: Morir en el Baño – Se habla poco de lo que muchos enfermos sufrimos en nuestras propias casas, en una habitación en concreto: el baño.

Hablar de sexo, de muerte o de violencia nos es más cómodo que hablar del momento que todos los humanos, cada día afrontamos al menos una vez. Ir de vientre, cagar, hacer caca, evacuar, defecar, obrar, ciscar, deponer, plantar un pino o como cada cual lo llame es parte de nuestro día a día y pocas veces es tema de conversación, y si lo es, es con eufemismos o remilgos.

Incluso cuando vamos al médico, intentamos no hablar claro, con vergüenza, como si el médico no lo hiciera o fuera a resultarle molesto. Si un especialista elige el sistema digestivo sabe que le van a hablar de mierda tarde temprano ¿no?

Por eso inicio este apartado para hablar del tema sin tapujos ni censura, así que si no soportas hablar del tema NO SIGAS LEYENDO y punto.


Váter Gato

Morir en el Baño es una sensación que muchos enfermos de colon, intestino irritable, Crohn, intolerancias, etc. podemos experimentar. Ese momento en el que el dolor es enorme, o se baja la tensión, o ves doble, o tienes sudores, o ganas de vomitar, o incluso te desmayas, solo o acompañado, sentado en ese momento en el que nos sentimos tan desvalidos.

Me he imaginado mil veces que me encuentran muerta en el baño tras una crisis nocturna. Como si fuera Tywin Lannister. Y me imagino otras tantas veces lo que seria rellenar el parte de defunción y que conste para la historia donde y como morí.

Morir cagando no es una muerte graciosa, pero el chiste y la risa floja es inevitable. Y si vives en Cádiz prácticamente es irremediable. ¿Conocéis a alguien que haya muerto en el baño? Pues no, porque siempre se termina mintiendo y contando que apareció muerta en su cama, o en el suelo, libre dios a los parientes tener que decir la verdad.

A esos segundos, minutos u horas en los que crees que estas a punto de palmarla, rodeada de tus propios excrementos, lo siguen el alivio, y la gratificación de volver a sentirse mejor, cuando todo el lastre sale y parece que hemos expulsado al demonio del cuerpo. Y con un adiós y una tirada de la cisterna volvemos a sentirnos vivos, con la esperanza de no tener que volver a pasar por semejante trance.

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